El bosque III

Me acerque a ella tembloroso, no quería espantarla, no quería que viera la debilidad que suponía su presencia. Mis ojos asombrados ante tanta belleza, no hacían otra cosa que mirarla.

Cuando me acerqué lo suficiente, ella se quedo mirandome de arriba a abajo, observando cada minusculo detalle de mi ser, escudriñandome de tal manera que me sentí incómodo por los impropios pensamientos y sentimientos que tuve antes de que se percatara de mi presencia.

Entonces, habló, y yo me quede paralizado.

Tenía la voz más dulce que había escuchado en toda mi vida, incluso llegue a pensar que era una enviada de la corte celestial para cuidarme y protegerme indicandome el camino de vuelta a casa... Cuan equivocado estaba..

- ¿Qué te trae por mis dominios, extranjero? ¿Cómo osas interrumpir el sueño tranquilo de las aguas? ¿Cómo osas interrumpir la melodía que mantiene a este bosque con vida?- me preguntó dulcemente, no obstante, había un toque de rabia en su voz que no pasó desapercibido.

-Y-y-y-yo....- dije tartamudeando.

-¿Tú?- me insistio con más brío.

- Oh, dama del lago, siento haberte despertado de tu dulce sueño... Pero necesito respuestas a mis preguntas, no sabía que hacer ni a quien acudir, mi señora- respondí pausadamente, calibrando el efecto que mis palabras podrían suponerle a ella.

- ¿Osas despertarme por unas respuestas insignificantes que no supondrán sino un minusculo cambio en tu conmovedora y escurridiza vida?- dijo jactandose de su propia pregunta.

- Oh si señora, sé que vos estaís muy ocupada, pero supone algo muy importante en mi vida...- contesté con toda la dignidad que pude.

- Esta bien muchacho, tienes derecho a tres respuestas. Te pediría que midieras bien tus preguntas, puesto que el bosque es algo reacio y las aguas algo impresionables, y no quiero que mi quietud se vea afectada por tu inoporunidad. El bosque puede condenarte sin apenas escuchar una palabra, y puedes quedarte aquí atrapado, entre las sombras y entre los tantos que vinieron antes que tú y no supieron medir sus palabras. - respondió con una sonrisa burlona mientras señalaba el lago con sus largos dedos de porcelana.

Con inquietud me asome al lago y lo que vi me hizo pensarme bien que preguntarle. Con suma paciencia me senté y acomodé a su lado.

La primera pregunta no suponía ningún tipo de sacrificio, y sería fácilmente respondida.

-Oh señora mía, os pregunto con toda la humildad que mi corazón os ofrece, ¿Por qué el amor se resiste a mi?¿ Por qué Eros no se acuerda de mí?

-He aquí tu respuesta muchacho, no encuentras el amor porque lo andas buscando en vez de dejar que él venga a ti, El amor no se busca sino que es el fruto de la fuerza de atracción entre dos corazones, los cuáles llaman con tanta fuerza a sus "mitades" que al final sus plegarias son escuchadas.

(Continuará)