Después de haberse quedado dormido, el león se despertó de un salto, mirando aterrorizado a su alrededor. Fuera lo que fuese lo que estuviera soñando, hizo que su corazón se llenara de temor y miedo. La oscuridad, del interior, le daba miedo, quería salir fuera al sol, pero era de noche para su pesar. Las sombras le envolvían, le escudaban de los recuerdos felices, y hacían que se sumiera en una profunda tristeza. Se levantó poco a poco, y se acercó a los barrotes que cercaban su pequeño mundo, y con aire nostálgico admiró la grandeza de la luna. Una luna gris, envuelta en un halo plateado que hacía que fuera irreal, mágica. Sentado sobre sus patas traseras, se quedó unos minutos en blanco, hipnotizado por esa belleza plateada que sin saber muy bien lo que pensar, le hacía recordar su hogar. - ¿Para esto vine aquí? ¿Para estar en una jaula de "oro" en la cual no puedo hacer otra cosa que dar vueltas, mientras los niños me admiran o se asustan? ¿De verdad me merezco esto?- pensó el león tristemente.- No queria venir a este lugar para encontrarme encadenado, yo quería venir para ver y conocer mundo, queria visitar esos lugares hermosos que salían en los folletos de los niños y padres que, intencionadamente, tiraban y aun siguen tirando a mi jaula. No quiero una jaula en la cual tenga comodidades, no quiero que me traten como si fuera alguna atracción especial, mejor dicho, no quiero que me traten como un ser único... Quiero que me vean tal y como soy, pero, ¿que sabrán ellos de sentimientos? ¿Acaso se paran a mirarme de verdad, o solo sienten una curiosidad morbosa ante mi dolor? ¿ Acaso no ven, que a cada paso que dan hacia mi jaula, se espesa el aire y con ello me cuesta respirar? ¿Acaso no ven que soy una máscara de feria? No ven que no quiero compasión, no ven que no quiero ese amor enfermizo por parte de las masas, que acaban poco a poco con mi corazón. No ven nada, se hacen los ciegos, no les interesa ver más allá de si mismos. - el león de pronto, rugió con todo el aire que tenía en sus pulmones, rugió de tal manera que los animales se inquietaron y los cuidadores se acobardaron. Pero nadie escuchó el rugido de verdad, solo temieron ante tal ferocidad, pero, en el fondo, solo era una manera de demostrar su frustración, su ira, su rabia, su tristeza, su melancolía... Era la manera perfecta de exteriorizar lo que sentía. Y el viento, su mayor aliado, le susurraba las cosas más bonitas del mundo, acunándolo en su regazo para que fuera fuerte y volviera a dormirse, sin preocuparse por el mañana, sin preocuparse por las sombras de su alrededor. Y el león, como cada día, se dió la vuelta y entro a su cueva de nuevo, dónde, nuevamente tuvo algunos sueños inconexos. En este caso lo último que soñó, fue que estaba en un prado verde, sentado admirando la puesta de sol, y a su lado estaba quien un día fue lo más importante de su vida.
sábado, 20 de junio de 2009
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2 comentarios:
Quiero que el león salga de ahí y que vaya en busca de su felicidad...
(LLLLLLLLL)
El león ya encontrará quien le libere de esa jaula.
<3333333
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